Guillermo del Toro reescribe ‘Frankenstein’: una oda al perdón, la paternidad y la redención

Educación, Ciencia y Talento12 de noviembre de 2025La Fuente NoticiasLa Fuente Noticias
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Guillermo del Toro no sólo dirige películas: disecciona el alma humana con la precisión de un poeta visual. Su nuevo proyecto, Frankenstein, confirma lo que sus más de 30 años de carrera han demostrado: que los monstruos no son los que dan miedo, sino los que nos enseñan lo que somos.

Desde Cronos hasta Pinocho, Del Toro ha explorado los grandes temas de la existencia —la pérdida, la ausencia, el amor como salvación— y los ha transformado en relatos que trascienden el cine. Su versión de Frankenstein es, sin duda, la culminación de esa búsqueda. Aquí, el mexicano reinterpreta el clásico de Mary Shelley desde una mirada profundamente humana, íntima y emocional.

En su historia, el Creador y la Criatura —Victor Frankenstein y su hijo imposible— son dos reflejos de una misma herida: la del amor negado. El padre que no sabe amar y el hijo que sólo busca ser visto. Como en Pinocho, Del Toro plantea que los hijos no están para aprender de los padres, sino para redimirlos.

Visualmente, la película es una joya gótica: una sinfonía de sombras, símbolos y belleza melancólica, donde cada detalle —los guantes rojos de Victor, la luz que atraviesa la cruz, el rostro dolido de la Criatura— tiene un peso simbólico.

Con Frankenstein, Del Toro transforma un mito en espejo. Nos enfrenta al dolor, al perdón y a la posibilidad de redención. No promete que las heridas sanen, pero sí que pueden transformarse. Y en ese proceso, el cine vuelve a recordarnos algo esencial: lo que está perdido puede encontrarse… y salvarnos.

 “Frankenstein”, la obra más arriesgada y humana de Guillermo del Toro, llega para recordarnos que hasta en la oscuridad hay belleza.

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